El Tunel
( ***** ) Aquel gélido y no apreciado, aquel confuso y borroso recuerdo que invade mi alcoba de manera arbitraria. Noches, noches insospechadas. Se arrastra por el roble amazónico y trepa con sus garras hacia mis sábanas. Las garfas se anclan ferozmente. Permanece calmado y observa, observa con la inocencia de un niño, con la determinación de un francotirador. Espera, espera y luego ataca. Entonces inicia el descenso hacia el pozo, aquel pozo lleno de sombras. Sus grandes y oscuros dedos tocan cada centímetro de mi piel, cada centímetro de mi conciencia, de mi alma. Son criaturas humanoides que se deforman con cada latido, con cada respiración. El descenso es largo y desesperador; las paredes pulidas no dejan que el condenado se aferre, no dan oportunidad. Cuando la angustia esta por consumir todo mi aliento, es cuando el descenso termina. Se enciende una luz, las sombras se vuelven personas y el pozo se vuelve una época. Las pupilas se tornan mitóticas a tal punto de casi